Se Derrumba Svalbard

Comentario sobre la nombrada “Arca del Fin del Mundo”, un “Banco de Semillas” en la isla de Spitsbergen, del archipiélago de Svalbard, en el Artico.  Este comentario surge de la circulación de una serie de fotografías y descripciones admiradas sobre el proyecto, circulando en el mes de Septiembre de 2010 entre Mexicanos comprometidos e interesados en el futuro de las semillas, particularmente las semillas del maíz y su cultura.

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Gracias, Aleira, por las fotos.  Da gusto oir del Dr Márquez, pero al mismo tiempo sí hay que notar algunas cosas sobre este proyecto, como tú lo haces.  Por mi interés en las semillas, y por mi trabajo en Noruega, he seguido este proyecto a lo largo de los años, y tengo los siguientes comentarios:

Bien dices que el principio fundamental del proyecto es uno que no tiene sentido, es decir la extracción de un ser viviente de su contexto, pensando que ese ser viviente estará “seguro” fuera de contexto.  Las semillas en almacén pierden viabilidad (se van muriendo) a lo largo de pocos años, y no hay fuerza humana o sobrehumana que las pueda revivir. La agricultura no emerge simplemente de la semilla, sino que es un complejo de relaciones sociales y ecológicas que no se pueden congelar y guardar para otro día.  Eso lo sabemos.

El subtexto del almacén de semillas en Svalbard es la suposición de que algún milagro tecnológico nos vá a permitir revivir las semillas una vez muertas.  Este es un sueño de algunos humanos que es tan viejo como lo es falso: las milpas que se pierden no se recuperan, los ecosistemas que desaparecen no salen otra vez por magia a partir de una fotografía (como bien lo pueden atestiguar innumerables especialistas en la restauración del paisaje), y mucho menos se puede reconstruír a una planta a partir de los materiales que se hallarán, muertos, en Svalbard – ciertamente no, como muchos lo sugieren, a partir de su DNA.

Pensar que esta suposición es posible (la recuperación de cultivos a partir de las “copias de repuesto”, o peor aún el “manual de instrucciones”) es simplemente un ejercicio de auto-engaño.  Hacerlo como profesionales de la biología o la agricultura, es más aún un mal servicio a los que nos mantienen, el público.

La razón por la que el almacén de Svalbard se volvió un artículo de obsesión tecnofílica es precisamente por el reconocimiento de que la idea de los “bancos” de semillas ex-situ no dieron los resultados que se esperaba cuando se les concibió a mediados del siglo XX.  Una de las grandes paradojas del almacén de Svalbard es el personaje que lo concibió y aún lo promueve: El Dr Cary Fowler, quien puede considerarse también entre los padres de la idea de los bancos de germoplasma en el sistema Bretton-Woods conocido como el CGIAR, a los cuales pertenece CIMMYT.  El Dr Fowler no parece dar signos de aceptar, en su edad madura, que su nuevo proyecto es la representación corpórea del fallo de su proyecto de juventud, pero para el resto de nosotros debería de ser una afronta a la capacidad y entendimiento históricos no reconocer o al menos considerar la conexión entre uno y el otro.

La falta de solidez en la fundamentación conceptual de este proyecto se vé admirablemente reflejada en su realización física en el sitio que se escogió en Longyearbyen.  El almacén está horadado en un contexto geológico que está muy lejos de ser  la “roca madre” que se dá a entender en las representaciones publicitarias del proyecto.  A diferencia de la geología de las regiones de Escandinavia que el público imagina asociadas al almacén, por ejemplo los macizos graníticos que constituyen la mayoría de Suecia, el de Longyearbyen es más bien un complejo muy inestable de materiales sedimentarios, principalmente areniscas del Cretácico (en algunos estratos muy fosilífera, incluso con carbón de hulla, la razón por la cual se excavaron los túneles originalmente), con pendientes extremas debido a la erosión glacial.  La estructura de la pared casi vertical de material sedimentario en la que se excavó el almacén se mantiene gracias a la permanencia del hielo en los intersticios del suelo y la arenisca, el famoso “permafrost”.  En otras palabras, el substrato geológico del almacén de semillas es muy frágil, y dependiente de dos factores: (1) la presencia de hielo en forma de un glaciar ya desaparecido, que construyó y mantenía la pared que soporta el almacén, y (2) la presencia constante del permafrost.  Para un almacén que supuestamente se construyó por miedo a las consecuencias del calentamiento global, cabe dudar la sabiduría de construírlo en un lugar que–se puede predecir–se vendrá abajo estrepitosamente en cuanto se pierda la continuidad del permafrost.  Aún sin necesidad de calentamiento global, es evidente que la tendencia local es hacia el alza en temperatura, como lo demuestra la pérdida del glaciar.

Estas no son predicciones difíciles de hacer, ni siquiera basadas en el futuro: el mismo año en que se inauguró el almacén de semillas, en el verano de 2008, hubo un derrumbe de la montaña justamente en el punto que soportaba el túnel de entrada al almacén: el túnel se derrumbó y hubo que intervenirlo de emergencia. ¿ La razón?  No se había tomado en cuenta el efecto que tendría en el permafrost la horadación de la entrada al almacén, ni la actividad humana que pasaría por ese punto.  Este es un tema que no se toca mucho, dado que tanta gente ha puesto sus esperanzas, congeladas, en el mismo sitio en el que se acumulan las accesiones de semillas.

Los efectos de la pérdida del permafrost continúan, y el verano pasado se tuvieron que emplazar poderosas y caras unidades de refrigeración, montadas en contenedores justo afuera del portón del almacén, para contrarrestar esos naturales efectos: artificialmente (quemando diesel), pues los hundimientos y rupturas del túnel estaban causando una inundación de los espacios interiores, que tuvieron que ser también evacuados a fuerza contínua de bomba de agua.  Esto, una vez más, es algo que no se comunica al público muy ampliamente, por razones que pueden imaginarse, y es necesario entrerarse de ello en las noticias locales de Longyearbyen, por supuesto en Noruego (http://www.svalbardposten.no/nyheter/varmt-fr%C3%B8lager), mientras en Inglés, Español, Francés y otros idiomas de la colonia se continúa dando una imagen de invencibilidad al proyecto.

Longyearbyen no es un lugar libre de terremotos, como se puede constatar con la evidencia medida a lo largo de los años (http://www.eas.slu.edu/People/BJMitchell/TextPages/SvalbardSeismicity.html) y no es de dudar la inestabilidad del proyecto del “Arca del Dr Fowler”.  Muchos otros proyectos grandiosos han terminado olvidados en la historia, pero este debería de ser de mucha mayor preocupación para el mundo, porque en su supuesto éxito se funda la insistencia en decir que se puede dejar morir la agricultura diversificada en el mundo porque un día vendrá una solución mesiánica a nuestros descendientes–del mismo sitio de donde los niños piensan que viene Santa Clós.  Esto es el pensamiento mágico en su forma más perniciosa, pues aparenta a todas luces estar fundado en la racionalidad y la fuerza incuestionable de la tecnología, aumentado por el magnavoz de los medios masivos, fotos de ocasión y por la buena voluntad de tantos que no pueden ver las realidades que son fácilmente olvidadas en la distancia del Artico.

Con saludos,

Ignacio Chapela

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Amig@s,

Les comparto esta información que envía el Dr. Fidel Márquez sobre la Svalbard International Seed Vault (SISV), también conocida como “La bóveda del fin del mundo”, que está diseñada para guardar semillas de todas partes del mundo.

No hay que olvidar que el llamado de la comunidad científica es conservar la diversidad de semillas in situ (en el campo), de esta manera se seguirán adaptando y diversificando para hacer frente a los extremos del clima. Proceso que las semillas transgénicas no podrán llevar a cabo.

¿Por qué apostarle a una tecnología que fue creada para producir únicamente características específicas (resistencia a herbicidas y a lepidópteros) cuando la diversidad de semillas nativas han dado respuesta a diferentes problemas agronómicos?

Saludos fraternos,
Aleira


Aleira Lara Galicia
Coordinadora de la campaña de Agricultura Sustentable y Transgénicos
Greenpeace México A.C.
Santa Margarita No.227
Col. Del Valle
Del. Benito Juárez
CP 03100, México, DF
t (55) 56 87 95 95 Ext. 222
f (55) 56 87 90 30

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